domingo, 8 de octubre de 2017

MISA Octubre 9, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES





MISA  Octubre 9,   SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
LUNES 9
Verde / Blanco Feria o San Juan Leonardi, presbítero o Santos Dionisio, obispo y compañeros, mártires* MR, p. 811 (842) y 928 (968) / Lecc. II, p. 866
Otros santos: Héctor Valdivielso (Benito de Jesús) y compañeros, mártires de Asturias.
HACERSE PRÓJIMO

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 111, 9
Al pobre da con abundancia, obra siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, dador de todo bien, que, por medio de san Juan Leonardi, presbítero, hiciste que fuera anunciado el Evangelio a las naciones, concede, por su intercesión, que siempre y en todas partes se extienda la fe verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Se levantó Jonás para huir del Señor.

Del libro del profeta Jonás: 1, 1-2, 1. 11
El Señor le dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay, y le dijo: "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella que su maldad ha llegado hasta mí".

Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor, y llegó a Jafa, donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para dirigirse a Tarsis, lejos del Señor.

Pero el Señor desencadenó un gran viento sobre el mar y provocó una tormenta tan fuerte, que el barco estaba a punto de naufragar. Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios. Luego echaron al mar la carga para aligerar la nave.
Mientras tanto, Jonás había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: "¿Qué haces aquí dormido? Levántate e invoca a tu Dios, a ver si Él se compadece de nosotros y no perecemos".

Luego se dijeron unos a otros: "Echemos suertes para ver quién tiene la culpa de esta desgracia". Echaron suertes y le tocó a Jonás. Entonces le dijeron: "Dinos por qué nos ha sobrevenido esta desgracia, cuál es tu oficio, de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres".

Él les respondió: "Soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra". Entonces aquellos hombres tuvieron mucho miedo y le dijeron: "¿Por qué has hecho esto?". Pues él acababa de decirles que iba huyendo del Señor. Y como el mar seguía encrespándose, le preguntaron: "¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se calme?". Él les respondió: "Levántenme y arrójenme al mar, y el mar se calmará, pues sé que por mi culpa les ha sobrevenido esta tormenta tan fuerte".

Los hombres se pusieron a remar para alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. Entonces invocaron al Señor, diciendo: "Señor, no nos hagas morir por culpa de este hombre ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente, ya que es clara tu voluntad".
Entonces levantaron a Jonás y lo arrojaron al mar y el mar calmó su furia. Y aquellos hombres temieron mucho al Señor; le ofrecieron un sacrificio y le hicieron promesas.
Dispuso el Señor que una ballena se tragara a Jonás, el cual estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches. Entonces el Señor le ordenó a la ballena que vomitara a Jonás en tierra firme. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL
Jonás 2, 2. 3. 4. 5. 8.
R/. En el peligro grité al Señor y me atendió.

En el peligro grité al Señor y me atendió. Desde el vientre del abismo te pedí auxilio y me escuchaste. R/.
Me habías arrojado al fondo, en alta mar, me rodeaba la corriente, tus torrentes y tus olas me arrollaban. R/.
Entonces pensé: "Me has arrojado de tu presencia; ¿quién pudiera ver otra vez tu santo templo?". R/.
Cuando se me acababan las fuerzas, invoqué al Señor y llegó hasta ti mi oración, hasta tu santo templo. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34
R/. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.
EVANGELIO
¿Quién es mi prójimo?

Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?". El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás".
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: 'Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso'.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?". El doctor de la ley le respondió: "El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


REFLEXION santo Evangelio según san Lucas: 10, 25-37

El evangelio de hoy nos plantea la pregunta que busca todo hombre en su vida. ¿Qué se debe hacer para ganar la vida eterna? Al igual que hace XX siglos hoy continuamos preguntándonos lo mismo. Con esto, nos percatamos que no todo termina en esta vida. Esperamos y sobre todo buscamos aquella vida que nos hará eternos. ¿Cuántas películas y cuántos libros se han escrito sobre personajes que quisieran vivir para siempre? Porque en esta vida nos podremos esforzar por superar cualquier dificultad pero a la muerte, ¿quién sino Cristo la puede vencer?

Si a algo temen los hombres en esta vida es precisamente a la muerte. No resistimos a morir y a que otros seres queridos mueran. Y es que la muerte es como un coche con velocidades en donde una vez que avanzamos ya no podemos volver a la vida. Imposible volver a vivir a no ser que venga la resurrección de los muertos. Hoy Cristo nos muestra un camino que puede vencer a la muerte y que nos hará ganar la vida eterna: el amor. Imposible que el hombre pueda vivir sin amor. Estamos hechos para amar y el día que no amemos entonces ese día comenzaremos a morir. No permitamos que nuestro amor se convierta en un amor seco a nosotros mismos.

Amemos a nuestro prójimo como Cristo nos amó, hasta el punto de dar su propia vida. Con este ejemplo de Jesús, ¿nosotros seremos capaces de pensar bien de los demás y de hacerlos felices con palabras y comentarios positivos?

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acoge, Señor, las ofrendas de tu pueblo, para que, al celebrar la obra de la caridad inmensa de tu Hijo, seamos confirmados en el amor a ti y al prójimo, a ejemplo de san Juan Leonardi. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 13, 35
En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con este sacramento de salvación, suplicamos humildemente a tu bondad, Señor, que, haciéndonos imitadores de la caridad de san Juan Leonardi, participemos también de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
*Santos Dionisio, obispo, y compañeros, mártires, (Rojo), MR, p. 810 (842).
Dionisio, primer obispo de París, sufrió el martirio hacia mediados del siglo II. Su cuerpo fue inhumado al norte de la ciudad. Hacia 495, santa Genoveva mandó construir una basílica sobre su tumba. Se le asocian dos compañeros en el martirio, Eleuterio y Rústico.
Del Común de mártires: para varios mártires, MR, p. 878 (917).

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que enviaste a san Dionisio y sus compañeros a predicar tu gloria a las naciones y los fortaleciste con la virtud de la constancia en sus padecimientos, concédenos, por su imitación, no apegarnos a los bienes de este mundo y no temer ninguna de sus adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo...


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