domingo, 26 de febrero de 2017

MISA Febrero 26, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES




MISA  Febrero 26,   SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
DOMINGO 26
Verde VIII Domingo Del Tiempo Ordinario MR p. 420 (418) / Lecc. I, p. 47 Semana IV del Salterio
LA MATERNIDAD DE DIOS

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 17, 19-20
El Señor es mi refugio, lo invoqué y me libró. Me salvó porque me ama.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, que tu poder pacificador dirija el curso de los acontecimientos del mundo y que tu Iglesia se regocije al poder servirte con tranquilidad. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Yo nunca me olvidaré de ti.

Del libro del profeta Isaías: 49, 14-15

"Sión había dicho: 'El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido'. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti", dice el Señor todopoderoso.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 61, 2-3. 6-7. 8-9ab
R/. Sólo en Dios he puesto mi confianza.

Sólo en Dios he puesto mi confianza, porque de él vendrá el bien que espero. Él es mi refugio y mi defensa, ya nada me inquietará. R/.
Sólo Dios es mi esperanza, mi confianza es el Señor: es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y salvador. R/.
De Dios viene mi salvación y mi gloria; él es mi roca firme y mi refugio. Confía siempre en él, pueblo mío, y desahoga tu corazón en su presencia. R/.

SEGUNDA LECTURA
El Señor pondrá al descubierto las intenciones del corazón.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 4,1-5

Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.

Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Heb 4, 12
R/. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R/.
EVANGELIO
No se preocupen por el día de mañana.

LECTURA Evangelio Mateo: 6, 24-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Credo.

REFLEXION Evangelio Mateo: 6, 24-34

Dios sana nuestras heridas
Jesús pide el abandono en la Providencia del Padre celestial, buscando “primero su Reino y su justicia”. Nos exhorta a confiar en el Padre y a no dejarnos ahogar por las preocupaciones terrenas en perjuicio de las espirituales.

¿Soy capaz de abandonarme en la Providencia? ¿Estoy consciente de lo que implica? ¿Sé que sin una fe auténtica, es imposible?

La Palabra, hoy nos pide no andar preocupados por nuestra vida, ni por el mañana. Y es que todo lo que sucede es voluntad positiva o permisiva de Dios. Él promueve todo el bien y permite el mal, para un bien mayor. ¡Cuántas veces ante un triste suceso o experimentando una circunstancia difícil hemos creído que la felicidad para nosotros se acaba! Sabemos que la vida sigue adelante, y el tiempo va curando las heridas, más si, confiando en Dios entregamos el pesar en sus manos, le ganamos al tiempo y nos recuperamos más rápido de cualquier eventualidad.

Veamos en este texto a Jesús, que nos habla con ternura y con verdad, convenciéndonos de que estamos siempre en el pensamiento y en el amor de Dios.

PLEGARIA UNIVERSAL

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso y pidámosle que venga en ayuda de su pueblo y lo socorra en sus necesidades.
Pidamos al Señor, presente en su Iglesia, que la vivifique y haga agradable a sus ojos, para que pueda alabarlo con los ángeles del cielo.
Oremos por los que tienen autoridad en el mundo: que su gobierno sea justo para la tranquilidad de la Iglesia y el bienestar de todos los pueblos.
Oremos por los que viven lejos de su hogar, por los que están de viaje y por los que se encuentran en peligro, para que Dios les envíe sus ángeles y los proteja de todo mal.
Oremos por el pueblo aquí reunido, para que el Señor perdone nuestras culpas, nos revele su luz y nos conceda proclamar con valentía el nombre de su Hijo.
Padre santo, que contemplas tus creaturas y velas con amor por todas ellas, escucha nuestras oraciones y sostennos con la fuerza de tu Espíritu, para que no nos agobiemos por el mañana, sino que vivamos confiados, buscando sobre todo tu reino y su justicia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, que haces tuyas nuestras ofrendas, que tú mismo nos das para dedicarlas a tu nombre, concédenos que también nos alcancen la recompensa eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 12, 6
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho, y en-tonaré un himno de alabanza al Dios Altísimo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados por estos dones de salvación, suplicamos, Señor tu misericordia, para que este sacramento que nos nutre en nuestra vida temporal nos haga partícipes de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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