jueves, 14 de septiembre de 2017

MISA Septiembre 15, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES





MISA  Septiembre 15,   SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
Liturgia Viva del Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores
Viernes, 15 de septiembre de 2017
NUESTRA SEÑORA, LA VIRGEN DE LOS DOLORES

Introducción
La gente que quiere llevar a cabo su misión en la vida frecuentemente tiene que pagar un alto precio por ello. Jesús continuó su misión de amor haciendo la voluntad del Padre para salvarnos, y por ello fue clavado en la cruz. El anciano Simeón había dicho a María, en el templo de Jerusalén, que un día sufriría por y con su Hijo. Cuando un hijo sufre, también la madre sufre. Sin embargo, ella también fue fiel a su misión de dar a Jesús al mundo. --- Cuanto más cercanos estamos al Señor, con frecuencia estamos más cercanos a su cruz.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro Sabemos que las penas y sufrimientos son inevitables en esta vida para los que siguen a tu Hijo crucificado.
Danos suficiente confianza en ti para mantenernos fieles y para creer y esperar en tu amor incluso en el abismo del sufrimiento.
Danos el valor de enfrentar y asumir  las dificultades de la vida  y de llevar los unos las cruces de los otros, unidos a María, nuestra Madre Dolorosa,  en servicio de Jesucristo, nuestro Señor.

Lecturas del Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (5,7-9):

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.  Palabra de Dios

Salmo Sal 30,2-3a.3b-4.5-6.15-16.20
R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí. R/.

Ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (19,25-27):

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor

REFLEXION evangelio según san Juan (19,25-27)

María hace espacio en su corazón, y en su cuerpo, para que Dios venga al mundo. Hoy a ella se le solicita hacer espacio para mí, y ella con gusto lo hace.
En el pasado María fue algunas veces llamada “La Dama de los Sinvergüenzas “, un simpático título que le fue dado por pecadores que tomaron el texto de hoy en sentido literal. Los sinvergüenzas eligieron creer que el manto de María los cubría a todos. Después de todo, pensaban ellos, cada persona es el hermano o la hermana de aquel por quien su hijo murió, por tanto no importa cuán malos puedan ser algunos pecadores, porque todos son miembros de su familia. ¿Quizá estas personas conocían el corazón de Dios mejor que lo que lo conocían los teólogos? Una madre nunca rechaza a sus hijos, aún cuando estos sean rebeldes; por tanto yo también puedo encontrar mi lugar bajo ese manto. ES.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios de nuestra felicidad: Movidos por nuestra sabiduría humana buscamos felicidad sin sufrimiento, gloria sin sacrificio.
Pero, según tu sabiduría divina -o locura, como San Pablo la llama-, danos aquí y ahora a tu Hijo Jesucristo para que nos haga comprender de nuevo  el profundo valor de la cruz.
Con María queremos servir a aquel que es nuestro Señor, muerto y resucitado, y nuestro Salvador, por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios nuestro, lleno de vida y amor: En este santo banquete hemos celebrado la muerte y resurrección de Jesús, tu Hijo, y hemos proclamado que el sufrimiento y la muerte son un doloroso, pero necesario camino hacia la gloria y felicidad eternas.
Que esta eucaristía nos dé fortaleza para sobrellevar las cargas pesadas de la vida y para aprender de María, la Madre Dolorosa,  a estar de pie y cercanos a todos aquellos en los cuales sufre tu Hijo y el suyo, Jesucristo nuestro Señor.



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