MEDITACIÓN
No.
333 Sabiduría
Febrero
28
Para
ser sabio el maestro necesita tres cosas: La primera y más importante,
participar de la sabiduría divina, que va ligada a la santidad y que se acaba
de comentar. Añadiremos solo que esa sabiduría “no es de este mundo, ni de los
príncipes de este mundo (...) sino que es una sabiduría divina, misteriosa,
escondida” (Véase 1 Co 2, 6-7) que viene dada con el don de sabiduría que nos
regala gratuitamente.
La
segunda es el estudio. La palabra maestro viene de magister y esta de magis,
más. El maestro es el que es más, el que sabe más, el que va por delante. Pues
bien, ni ahora ni nunca el maestro ha podido prescindir del estudio continuo.
Ni ahora ni nunca, pero especialmente ahora. En la era del conocimiento, el
maestro necesita ser persona estudiosa. Enseñe lo que enseñe, tiene que tener
una base de conocimientos sólida. Una base de conocimientos sólida no equivale
a enciclopédica, aunque si lo fuera, tampoco estorba. Sólida quiere decir de
conocimientos fundados, rigurosos, auténticos, tengan su origen en el pasado o
lo tengan en el presente más actual.
La
tercera es el contacto con quienes vayan por delante en su mismo camino. Todo
maestro necesita a su vez de maestros experimentados, versados en su materia, o
en sus modos de enseñar, en la organización de la enseñanza, en el trato con
los alumnos, etc. En educación el francotirador no tiene cabida. La educación
se realiza en comunidades, sea la familia, sea el colegio. Eso quiere decir que
no es tanto el maestro individuo el que educa cuanto la comunidad en la que el
maestro se integra.
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necesitan oraciones, cuando sea menester ayúdenos con sus oraciones.
Cursillista M. E. Winston Pauta Avila
Guayaquil - Ecuador
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