MISA Abril 8, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
Liturgia Viva del Domingo 2º de Pascua - Ciclo B
Domingo, 8 de abril de 2018
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA (Ciclo B)
Creyendo en el Señor Resucitado
Todos Uno en el Señor Resucitado
La Divina Misericordia
Blanco II Domingo de Pascua MR p. 347 (353) / Lecc. I. p. 212. LH, II semana
LA COMUNIÓN DE VIDA Y LAS DUDAS DE TOMÁS
Hech, 4 32-35, Jn 5. 1-6; Jn 20, 19-31
El libro de los Hechos nos presenta uno de los dos o tres relatos sobre la nueva socialización que la fe en Jesús resucitado produjo en los discípulos. Relativizan la propiedad y el ahorro para la vejez, relativizan las propias opiniones y se abren decididamente a la red de cohesión y confianza mutua que se genera a partir de la firme creencia en Jesús resucitado. La convicción creyente de que Dios ha resucitado a su Hijo Jesús los hace abrirse a una nueva forma de ver la vida. El viejo orden se está desmoronando, está naciendo un mundo nuevo. Es la fe del converso tan poderosa que lo hace relativizar sus tesoros y aprender a confiar en Dios y en sus hermanos. Tomás es el prototipo del hombre escéptico, tan parecido a todos cuantos veneran única y exclusivamente las evidencias empíricas. Cuando se encuentre con Jesús resucitado aprenderá a ver la vida con otra mirada.
ANTÍFONA DE ENTRADA 1 P 2, 2
Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido. Por nuestro Señor Jesucristo...
PRIMERA LECTURA
Tenían un solo corazón y una sola alma.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 4, 32-35
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117, 2-4. 16ab-18. 22-24
R/. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R/.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuare viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor; pero no me abandonó a la muerte. R/.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.
SEGUNDA LECTURA
Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.
De la primera carta del apóstol san Juan: 5,1-6
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios. Todo el que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos que amamos a los hijos de Dios, en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque, ¿quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios.
Jesucristo es el que se manifestó por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Domingo, 8 de abril de 2018
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 20, 29
R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees, porque me has visto. Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Ocho días después, se les apareció Jesús.
Del santo Evangelio según san Juan: 20,19-31
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXION Evangelio según san Juan: 20,19-31
¿Qué era la paz, el shalom para un judío? Era el buen saludo, el buen deseo. La paz que Jesús da no es ausencia de riñas. Es bienestar general. Es anchura de espíritu. Es una situación plena. Es poder decir desde dentro: Soy feliz.
Esta es la comunicación de Jesús, a la que le da la máxima importancia, porque quiere que acojamos en nuestra vida esta paz profunda, para que estemos a gusto con nosotros y con los demás y demos gloria a Dios. Esta es la felicidad que Jesús nos quiere transmitir, felicidad que abarca la hondura de nuestro ser.
El que acepta la paz, la felicidad interior que da Jesús, se siente impulsado a transmitir eso mismo a otros. Es algo que no se puede poseer en exclusiva. Como se contagia la tristeza y el pesimismo, así también se transmite la alegría y la dicha profunda.
No podemos reducir el perdón a la función sacramental. Todos nosotros estamos llamados a vivir en el perdón y a darlo en nuestro vivir diario.
Jesús nos invita a comunicar vida y libertad. Y esto está dirigido a todos. Todos somos ahora la presencia viva de Jesús. Él quiere llegar por medio de nosotros a nuestros hijos, familiares, amigos y desconocidos.
El texto aborda también las dificultades. Tomás era uno de los Doce. No creía. No estaba con los demás en la Comunidad. Los otros le decían: “Hemos visto al Señor”, pero él seguía sin creer.
Y ¿dónde estaba la dificultad? Hoy mismo, si alguien de otra cultura nos pregunta: “Vosotros, ¿de quién sois seguidores? Y si le contestáis: “De un crucificado”, él os puede contestar: “Qué insensatez”.
Nosotros, a 2000 años de distancia, lo vemos todo normal; pero los primeros cristianos se preguntaban: ¿Se puede mostrar Dios en un condenado a muerte?
Dios estaba con Jesús cuando su compromiso por los marginados de este mundo lo llevó a morir ajusticiado. Dios está en la debilidad, en la pobreza. Esta es la lógica de Dios. Y parece que tiene que ser así.
“Al anochecer, el primer día de la semana”, es decir, en domingo, cuando están reunidos para la Fracción del Pan, tiene lugar el encuentro con Jesús Resucitado. Como nosotros, que podemos tener experiencia de Jesús en nuestra Eucaristía, a través de la Palabra y del Sacramento… Y así sentimos la presencia de Jesús, su paz, su alegría.
Tomás supera las dificultades en la Comunidad, por el testimonio de los demás, porque se pone a tiro de recibir el don del Espíritu. También a él se le calienta el corazón en contacto con Jesús y siente su paz y su alegría. Al final se rinde: ¡Señor mío y Dios mío!
Se dile Credo
PLEGARIA UNIVERSAL
Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo: Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo que con su gloriosa resurrección, ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo que renovaron en la noche santa de Pascua. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que, con su santa resurrección, ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que, con su santa resurrección, ha colmado de alegría a los pueblos y los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar de gozo nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran. R/. Rey vencedor, escúchanos.
A Cristo, que, con su gloriosa resurrección, anunció la alegría a las mujeres, y por medio de las mujeres a los apóstoles, y por medio de los apóstoles al mundo entero, pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo. R/. Rey vencedor, escúchanos.
Dios nuestro, que en la Pascua de cada domingo nos haces revivir las maravillas de la salvación, escucha la oración de tu pueblo y haz que siempre sepamos reconocer a Cristo presente en la asamblea de los hermanos y que, juntamente con ellos, demos testimonio de la resurrección inaugurada por cristo, tu Hijo. Él, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día), MR, p. 499 (500).
ANTIFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne, p. 338 (602). Para despedir al pueblo se canta o se dice Pueden ir en paz, aleluya, aleluya. A lo cual se responde Demos gracias a Dios, aleluya. aleluya.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- La fe cristiana es una decisión personal que no resulta sencilla de asumir en una sociedad enloquecida por el consumo y la autocomplacencia. Vivir de forma modesta parece incomprensible. Se juzga de perdedores y frustrados a quienes optan por una existencia modesta. Los cristianos de la primera comunidad hicieron algo extraordinario al renunciar efectivamente a sus propiedades. No fue una exigencia obligatoria. Ananías y Safira incurrieron en la simulación. Esteban se desprendió voluntariamente de cuanto tenía sin que nadie lo presionara. El ideal no era el reparto obligado de los bienes sino el amor eficaz que en su fase social se llama solidaridad. No se puede confesar a Jesús como Señor de todos y al Padre común, mientras se desinteresa uno de los millones de personas afectadas por terremotos en tantas zonas de México. El Padre común nos urge a construir iniciativas de solidaria compasión con los que sufren.
Bendición
Hermanos: Nuestra tarea no es fácil.
Nosotros somos utópicos, gente que tiene grandes sueños de formar y ser una auténtica comunidad, y de construir un mundo nuevo y mejor en Cristo.
Sabemos que estos sueños nunca se verán realizados a la perfección porque somos limitados, humanos, débiles; pero podemos seguir adelante intentándolo y creciendo.
Éste es el reto de nuestra fe.
Lo podremos realizar si Cristo vive realmente entre nosotros.
Que Dios nos bendiga para esta tarea y misión.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
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