EUCARISTÍA Febrero 1
SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
LUNES 1
Misa votiva del Espíritu Santo
Santos: Severo de Rayana, obispo, y Viridiana de la
Toscana, religiosa. Beata
María Catalina Kasper fundadora. Feria (Verde),
ANTÍFONA DE ENTRADA (Rm 5, 5)
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por su Espíritu, que habita en nosotros.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu,
saboreemos el bien y gocemos siempre de sus consuelos. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel: 15, 13-14. 30; 16, 5-13
En aquellos días, llegó un hombre a avisar a David:
“Todos los israelitas se han puesto de parte de Absalón”. Entonces David les
dijo a sus servidores que estaban con él en Jerusalén:
“Huyamos pronto, porque si llega Absalón no nos dejará
escapar. Salgamos a toda prisa, pues si se nos adelanta y nos alcanza, nos
matará y pasará a cuchillo a todos los habitantes de la ciudad”.
Al subir por el monte de los Olivos, David iba llorando,
con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todos sus acompañantes iban también
con la cabeza cubierta y llorando.
Cuando llegaron a Bajurim, un hombre de la familia de
Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, les salió al encuentro y se puso a
seguirlos. Los iba maldiciendo y arrojaba piedras a David y a todos sus
hombres. El pueblo y los soldados se agruparon en torno a David. Semei le gritaba:
“Fuera de aquí, asesino malvado. El Señor te está castigando por toda la sangre
de la casa de Seúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el trono a
tu hijo Absalón y tú has caído en desgracia, porque eres un asesino”.
Abisay, hijo de Sarvia, le dijo entonces a David: “¿Por
qué se ha de poner a maldecir a mi señor ese perro muerto? Déjame ir a donde
está y le corto la cabeza”. Pero el rey le contestó:
“¿Qué le vamos a hacer? Déjalo; pues si el Señor le ha
mandado que me maldiga, ¿quién se atreverá a pedirle cuentas?”.
Enseguida, David dijo a Abisay y a todos sus servidores:
“Si mi propio hijo quiere matarme, ¿con cuánta mayor razón este hombre de la
familia de Saúl? Déjenlo que me maldiga, pues se lo ha ordenado el Señor. Tal
vez el Señor se apiade de mi aflicción y las maldiciones de hoy me las
convierta en bendiciones”. Y David y sus hombres prosiguieron su camino. Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
David enfrenta ataques de propios y extraños. Los
dolientes de Salí’ y su hijo Absalón lo persiguen. El rey entiende que tal
adversidad podrá reportarle mayores bendiciones.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 3
R/. Levántate, Señor, y sálvame, Dios mío.
Mira, Señor, cuántos contrarios tengo, y cuántos contra
mí se han levantado; cuántos dicen de mí: “Ni Dios podrá salvarlo”. R/.
Mas tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria y mi victoria;
desde tu monte santo me respondes cuando mi voz te invoca. R/.
En paz me acuesto, duermo y me despierto, porque el Señor
es mi defensa. No temeré a la enorme muchedumbre que me cerca y me acecha. R/.
ACLAMACIÓN (Lc 7, 1 6)
R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha
visitado a su pueblo. R/.
R/. Aleluya, aleluya.
EVANGELIO
LECTURA Evangelio Marcos
capítulo 5, versículos 1 al 20
En aquel tiempo, después de atravesar el lago de
Genesaret, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla, a la región de los
gerasenos. Apenas desembarcó Jesús, vino corriendo desde el cementerio un
hombre poseído por un espíritu inmundo, que vivía en los sepulcros Ya ni con
cadenas podían sujetarlo; a veces habían intentado sujetarlo con argollas y
cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba las argollas; nadie tenía
fuerzas para dominarlo. Se pasaba días y noches en los sepulcros o en el monte,
gritando y golpeándose con piedras.
Cuando aquel hombre vio de lejos a Jesús, se echó a
correr, vino a postrarse ante Él y gritó a voz en cuello: “¿Qué quieres tú
conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te ruego por Dios que no me atormentes”.
Dijo esto porque Jesús le había mandado al espíritu
inmundo que saliera de aquel hombre.
Entonces le preguntó Jesús: “¿Cómo te llamas?”. Le
respondió: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia
que no los expulsara de aquella comarca.
Había allí una gran piara de cerdos, que andaban comiendo
en la falda del monte. Los espíritus le rogaban a Jesús: “Déjanos salir de aquí
para meternos en esos cerdos”. Y Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del
hombre y se metieron en los cerdos; y todos los cerdos, unos dos mil, se
precipitaron por el acantilado hacia el lago y se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y contaron
lo sucedido, en el pueblo y en el campo. La gente fue a ver lo que había
pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al antes endemoniado, ahora en su sano
juicio, sentado y vestido. Entonces tuvieron miedo. Y los que habían visto
todo, les contaron lo que le había ocurrido al endemoniado y lo de los cerdos.
Ellos comenzaron a rogarle a Jesús que se marchara de su comarca.
Mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le suplicaba
que lo admitiera en su compañía, pero él no se lo permitió y le dijo: “Vete a
tu casa a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso que ha sido el
Señor contigo”. Y aquel hombre se alejó de ahí y se puso a proclamar por la
región de Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Y todos los que lo oían se
admiraban.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXION Evangelio Marcos
capítulo 5, versículos 1 al 20
Jesús no se amedrenta ante la violenta temeridad del
geraseno. Tampoco le atemoriza su asimilación con las legiones romanas. Resiste
con firmeza y lo ayuda a liberarse de la extraña fuerza que lo poseía.
¿Nuestra vida es un tormento por ver a Jesús, como la de
este endemoniado? ¿Es un tormento que nos ciega al pecado y hace herir
constantemente nuestra alma? ¿Ya nadie es capaz de soportarnos, ni siquiera
nosotros mismos, sino sólo Cristo que nos visita?
Cristo se dirigió a la región de Gerasa explícitamente
para salvar al endemoniado, aunque el endemoniado no lo sabía y una vez que lo
supo no lo aceptó. El mismo poseído es quien se arroja a sus pies para pedirle
que se aleje de él, para pedirle que no lo atormente. La presencia de Cristo
nos perturba cuando nuestro pecado nos mantiene alejados de Él. Y podría ser
que también nosotros nos arrojemos a sus pies para pedirle que se vaya, en
lugar de pedirle nuestra curación. Parecería que es una visita casual, por pura
coincidencia, lo que para Él es la salvación de nuestra alma. Pero ya lo dice
Cristo "No son los sanos los que necesitan de curación, sino los
enfermos".
Por otro lado, ¿cuántas veces optamos por el valor
material de las cosas que tener a Cristo entre nosotros? Preferimos la cantidad
de nuestras posesiones al bien y salvación de un alma. Porque, ¿qué son 2000
cerdos comparados con la gracia de ser curado por Cristo? Los habitantes de la
región de Gerasa escuchaban atentos el milagro y se alegraban con el
desposeído, pero sus corazones se cerraron al escuchar la pérdida de los cerdos
por el precipicio. Creemos en Jesús pero hasta la multiplicación de los panes,
no hasta la cruz. Creemos en Él siempre y cuando no eche por el precipicio a
"nuestros cerdos".
Propósito: Confiemos
plenamente en Jesús. No importa si para ello necesita de nuestros bienes, pues
¿de qué nos sirve ganar todo el mundo si al final perdemos nuestra alma?
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, nuestras ofrendas y con la luz del Espíritu
Santo purifica nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 67, 29)
Despliega, Señor, tu poder; el poder que por nosotros desplegaste
desde tu templo, en lo alto de Jerusalén.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tu Espíritu Santo, Señor, descienda sobre nosotros,
purifique nuestros corazones y los fecunde, penetrándolos con su divino rocío.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
OTRAS REFLEXIONES AL EVANGELIO DE HOY
REFLEXION Evangelio Marcos
capítulo 5, versículos 1 al 20
Dicen que el lunes tiene mala fama. Es un día más, pero
su condición de regreso a la vida ordinaria tras el fin de semana hace que
muchas personas no lo miren bien.
Disfrutamos hoy de un lunes especial, que es además
puerta de un febrero de 29 días. Es fácil que durante la jornada oigamos
comentarios diversos: unos acentuarán qué rápido pasa el tiempo; parece que
ayer estábamos en Navidad. Otros, por el contrario, transmitirán la sensación
de que en enero han pasado muchas cosas, como si hubiéramos estrenado 2016 hace
un siglo. Sí es verdad que este año tiene sus peculiaridades: no llevamos
cuatro semanas de tiempo ordinario y tenemos encima la Cuaresma; en diez días
escucharemos redoblarse las llamadas a la conversión y al encuentro sincero con
Cristo el Señor.
Ese mismo Cristo se ofrece hoy a nuestra contemplación
serena y gozosa. Jesús llega con sus discípulos a una región -la de los
gerasenos-, en la que acontece este episodio tan singular. Lo primero que
podemos pedirle al Espíritu es que abra nuestro corazón para que entendamos la
Palabra del Maestro: ¿qué quiere narrarnos esta historia?, ¿en qué ha de
fijarse nuestra atención? El relato es minucioso y corremos el riesgo de
enredarnos en cuestiones muy secundarias: ¿cuántos eran los espíritus?, ¿qué
pasó realmente con los cerdos?, ¿qué vida llevaba en verdad el endemoniado?...
Una vez más estamos ante Jesús, un Jesús valiente que
vive abriendo paso al Reino del Padre, a su voluntad, a su proyecto de
restauración de la creación. ¿Qué hace uno de sus hijos viviendo entre
sepulcros, apartado de sus hermanos, desesperado, dándose golpes incluso a sí
mismo?
Hay una expresión castellana que me desasosiega mucho. Se
usa para referirse a situaciones o personas que parecen no tener remedio: se
las dice “dejadas de la mano de Dios”. Algún diccionario traduce ‘abandonadas,
sin solución’. Pero la Resurrección y la Revelación han dejado una cosa bien
clara: no ha habido ni hay ni habrá ser humano alguno dejado de la mano de
Dios. ¡Todo lo contrario! Dios nos ofrece sus manos bien abiertas: con
claridad, con cercanía, con ternura…
Ábrete al relato, déjate tocar por la presencia sanadora
de Jesús. Cuando lo hayas hecho presta atención a los detalles que quieras,
pero antes no te dejes enredar. ¡Qué empieces bien la semana!
Bendición Hermanos: Al
hombre curado, Jesús le dijo: “Vete a casa, a tus amigos, y diles cuánto ha
hecho el Señor por ti”. También nosotros
digamos a nuestros amigos cuánto ha hecho el Señor por nosotros.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu
Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
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P.D. No olvide que
hay hermanos que también necesitan
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Cursillista M. E. Winston Pauta Avila
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