EUCARISTIA
Enero 22 SANTORAL, PETICIONES Y
REFLEXIONES
VIERNES 22
Verde / Rojo
Misa por la Unidad de los Cristianos “A”
o
San Vicente, Diácono y Mártir
MR pp. 666 (681); Lecc I p. 524. Del
Común de mártires: para un mártir, p. 883
(922).
Otros Santos: Anastasio de Persia,
mártir. Beato Ladislao BatthyányStrattmann,
laico. San Vicente era diácono de
Zaragoza, cuando lo condenaron a morir, en Valencia, junto con su obispo,
Valerio (304 o 305). Igual que Lorenzo de Roma, Vicente representa un modelo
acabado de servicio en la Iglesia: el diácono era un auxiliar del obispo para
ofrecer el sacrificio y para gobernar a la comunidad. Además, Vicente acompañó
a su obispo en la hora suprema de la verdad.
EL ASCENSO FULGURANTE DE DAVID
1 Sm 24, 3-21; Mc 3,13-19
El narrador no esconde
para nada sus filias y sus fobias, es claro que simpatiza abiertamente por
David y no mira con buenos ojos a Saúl. Éste último es retratado como alguien
desobediente hacia Dios y rencoroso con David, y por si fuera poco, es víctima
de arrebatos de violencia homicida. Cuando ocurre el episodio de la cueva,
resalta la nobleza de David y la tardía y pasajera confesión de culpa de Saúl.
Finalmente se escucha la conclusión esperada: Saúl perderá el reino, que pasará
por designio de Dios a manos de David.
Mientras que el rey Saúl
no consigue convivir maduramente con David, El Evangelio nos presenta a Jesús,
conformando un grupo de colaboradores, los Doce, a quienes hace partícipes
solidarios de su misión: predicar y realizar signos de compasión en favor de
los desposeídos.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Misa por la Unidad de los
Cristianos Jn 10, 14-15
Yo soy el buen pastor,
porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, dice el Señor.
Así como el Padre me
conoce a mí, yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas.
San Vicente, Diácono y
Mártir
Este santo luchó hasta la
muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos,
pues estaba afianzado sobre roca firme.
ORACIÓN COLECTA
Misa por la Unidad de los
Cristianos
Dios todopoderoso y
eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad, mira
benignamente la grey de tu Hijo, para que, a cuantos están consagrados por el único
bautismo, también lo una la integridad de la fe y los asocie el vínculo de la
caridad. Por nuestro Señor Jesucristo...
San Vicente, Diácono y
Mártir
Dios todopoderoso y eterno,
infunde bondadosamente tu Espíritu en nosotros, para que nuestros corazones
sean fortalecidos por aquel amor invencible con el que tu santo mártir
Vicente venció todos los
tormentos corporales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
No pondré la mano sobre el
ungido del Señor.
Del primer libro de
Samuel: 24, 3-21
En aquellos días, Saúl
tomó consigo tres mil hombres valientes de todo Israel y marchó en busca de
David y su gente, en dirección de las rocas llamadas “las Cabras Monteses”, y
llegó hasta donde había un redil de ganado, junto al camino. Había allí una
cueva, y Saúl entró en ella para satisfacer sus necesidades.
David y sus hombres
estaban sentados en el fondo de la cueva. Ellos le dijeron: “Ha llegado el día que
te anunció el Señor, cuando te hizo esta promesa: ‘Pondré a tu enemigo entre
tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca’ “.
David se levantó sin hacer
ruido y cortó la punta del manto de Saúl. Pero a David le remordió la
conciencia por haber cortado el manto de Saúl y dijo a sus hombres: “Dios me libre
de levantar la mano contra el rey, porque es el ungido del Señor”. Con estas
palabras contuvo David a sus hombres y no les permitió atacar a Saúl. Saúl
salió de la cueva y siguió su camino. David salió detrás de él y le gritó: “Rey
y señor mío”. Y cuando Saúl miró hacia atrás, David le hizo una gran
reverencia, inclinando la cabeza hasta el suelo, y le dijo: “¿Por qué haces
caso a la gente que dice: ‘David trata de hacerte mal’? Date cuenta de que hoy
el Señor te puso en mis manos en la cueva y pude matarte, pero te perdoné la
vida, pues me dije: ‘No alzaré mi mano contra el rey, porque es el ungido del
Señor’. Mira la punta de tu manto en mi mano. Yo la corté y no te maté.
Reconoce, pues, que en mí
no hay traición y que no he pecado contra ti. Tú, en cambio, andas buscando la
ocasión de quitarme la vida. Que el Señor sea nuestro juez, y que él me haga
justicia. Yo no alzaré mi mano contra ti, porque como dice el antiguo
proverbio: ‘Los malos obran mal’. ¿Contra quién has salido a guerrear, rey de
Israel? ¿A quién persigues? A un perro muerto, a una pulga. Que el Señor sea el
juez y nos juzgue a los dos. Que él examine mi causa y me libre de tu mano”.
Cuando David terminó de
hablar, Saúl le respondió: “¿Eres tú, David, hijo mío, quien así me habla?”
Saúl rompió a llorar y, levantando la voz, le dijo: “Tú eres más justo que yo,
porque sólo me haces el bien, mientras que yo busco tu mal.
Hoy has demostrado conmigo
tu gran bondad, pues el Señor me puso en tus manos, y tú no me has quitado la
vida. ¿Qué hombre, que encuentra a su enemigo, le permite seguir su camino en
paz? Que el Señor te recompense por lo que hoy has hecho conmigo. Ahora estoy cierto
de que llegarás a ser rey y de que el reino de Israel se consolidará en tus
manos”. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 56, 2. 3-4. 6. y
11
R/. Señor, apiádate de mí.
Apiádate de mí, Señor,
apiádate, pues en ti me refugio; me refugio a la sombra de tus alas hasta que
pase el infortunio. R/.
Voy a clamar al Dios
altísimo, al Dios que me ha colmado de favores; desde el cielo, su amor y su
lealtad me salvarán de mis perseguidores. R/.
Señor, demuestra tu poder
y llénese la tierra de tu gloria; pues tu amor es más grande que los cielos y
tu fidelidad las nubes toca. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 2 Co 5,
19
R/. Aleluya, aleluya.
Dios reconcilió al mundo consigo, por
medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. R/.
EVANGELIO
Jesús llamó a los que él quiso, para que
se quedaran con él.
LECTURA Evangelio
Marcos capítulo 3, versículos 13 al 19
En aquel tiempo, Jesús
subió al monte, llamó a los que él quiso, y ellos lo siguieron.
Constituyó a doce para que
se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de
expulsar a los demonios.
Constituyó entonces a los
Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a
Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanergues, es decir “hijos del
trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo,
Tadeo, Simón el Cananeo y a Judas Iscariote, que después lo traicionó. Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXION Evangelio
Marcos capítulo 3, versículos 13 al 19
Cada construcción en el
mundo tiene sus cimientos. Ninguna casa puede mantenerse en pie sin fundamentos
sólidos. Es por eso que antes de iniciar a construir hay que cavar lo más
profundo posible para poner una base sólida a la construcción. Y si se quiere
una torre, entonces hay que escarbar muy profundamente para tener un buen
cimiento.
Lo mismo quiere hacer hoy
Cristo. Su misión es salvar a la humanidad, pero sabe que con una vida tan
corta no lo puede hacer. Por eso decide edificar una ciudad, en la que puedan
encontrarle en cualquier momento del día. Por eso, después de una noche de
oración en diálogo personal con su Padre, pone los primeros fundamentos a su
proyecto.
Allí están. Son doce, y
hasta hoy se encuentran bien cimentadas esas bases. Se prolongan en la persona
del Santo Padre y de todos los Cardenales y Obispos, quienes son los sucesores
directos de los primeros apóstoles. En ellos está puesto todo el peso de la
ciudad de Dios, y a ellos hay que acudir cuando se necesite. Son los cimientos
de la Iglesia. Nos representan a Cristo y hay que seguirlos con fe.
Propósito: Que mi
testimonio de vida lleve a los demás a un encuentro con Cristo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Misa por la Unidad de los
Cristianos
Señor, que con un mismo y
único sacrificio adquiriste para ti un pueblo de adopción, concede, propicio, a
tu Iglesia, los dones de la unidad y de la paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
San Vicente, Diácono y
Mártir
Santifica, Señor, con tu
bendición, los dones que te presentamos en la conmemoración de tu mártir san
Vicente y que agraden a tu majestad, del mismo modo que fue preciosa ante ti la
efusión de su sangre.
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio de la Misa por la
Unidad de los Cristiano
La unidad de la Iglesia,
cuerpo de Cristo
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Por Él nos has
conducido al conocimiento de tu verdad, para que fuéramos hechos miembros de su
cuerpo mediante el vínculo de una misma fe y un mismo bautismo; por Él has
enviado sobre todos los pueblos a tu Espíritu Santo, quien en la diversidad de
sus dones, es admirable constructor de la Iglesia y autor de la unidad, habita
en tus hijos de adopción y colma y gobierna a toda la Iglesias. Por eso, unidos
al coro de los ángeles, te alabamos con alegría, diciendo: Santo, Santo,
Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Misa por la Unidad de los
Cristianos Cfr. 1 Co 10, 17
Todos los que participamos
de un mismo pan y de un mismo cáliz, somos un solo cuerpo como uno solo es el
pan.
San Vicente, Diácono y
Mártir
El que quiera venir
conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Misa por la Unidad de los Cristianos
Señor, que esta santa
comunión, que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en
ti, así también lleve a efecto la unidad de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
San Vicente, Diácono y
Mártir
Que el santo sacramento que
recibimos, Señor, nos comunique aquella fortaleza de espíritu que hizo a tu
mártir san Vicente fiel en tu servicio y victorioso en su pasión. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
OTRAS REFLEXIONES AL EVANGELIO DE HOY
REFLEXION Evangelio
Marcos capítulo 3, versículos 13 al 19
Los apóstoles. Con
artículo. Porque apóstoles somos todos. Pero “los apóstoles” son los doce,
cuyos nombres aparecen, explícita y claramente, en el breve evangelio de hoy. A
ellos solos describe esta lectura evangélica como “compañeros”. La liturgia
cristiana los llama “roca sobre la que está cimentada la Iglesia”. Y le pide a Dios que “tu rebaño tenga siempre
por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión
de anunciar el Evangelio”. Se me ha ocurrido subrayarlo porque volver a los
apóstoles es volver a la alegría de los comienzos de la Iglesia. En imágenes
clásicas, es volver a la fuente donde las aguas son más puras, es volver a la
raíces, signo de fecundidad.
Podemos componer la
escena: Jesús en el centro. En torno, loa apóstoles; viene el círculo de los
discípulos, en los que vemos la Iglesia; cerrando el círculo, el conjunto de
todas la gentes, hasta los extranjeros de Tiro y Sidón. A los apóstoles los
acoge con estos tres tiempos: para estar con él, para anunciar la Buena Nueva y
para curar y sanar tanto dolor. Es decir, les convoca a participar de su misma
vida y misión. Jesús convoca a otros a su misión, la mies es mucha. Quiere
“hacer con otros” (S. Antonio Mª Claret).
Es claro que el número que se ha marcado Jesús no es casual. Evoca las
doce tribus de Israel; los apóstoles son continuadores de una historia, pero
con una novedad total.
Es la grandeza de la
tradición apostólica. En el Antiguo Testamento, la continuidad era garantizada
por la prolongación de ciertas estructuras, instituciones, leyes. En la
Iglesia, la tradición apostólica vive de la comunión con su Maestro. La
tradición permite que el mensaje que se trasmite sea fundamentalmente el mismo
de los orígenes. Es cierto que el paso de la historia deja su huella impura;
son las ambigüedades humanas. Nos toca estar siempre en actitud de
purificación.
También, en el principio,
se dejó ver la humana fragilidad. Apunta el Evangelio que Jesús llamó “a los
que quiso”. No fueron los méritos personales de los llamados sino la pura
gratuidad divina. Uno será el traidor que entregará a su Maestro a los
verdugos.
Solemos insistir más en la
misión y en “los poderes” que les acompañan que en otro de los motivos
anunciados en el llamamiento: “Estar con él”. Estar con él evoca intimidad,
amistad, “ser compañeros”. Podríamos aludir aquí a una dimensión, tan querida
de Papa Francisco: “Ser adoradores de Jesús”. Más allá de rezar, agradecer,
pedir, ponernos en adoración es ponernos delante y junto a Dios. Es
contemplación, es dejarse envolver en el océano de Dios.
Abra por favor la siguiente pagina WEB
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Su petición será publicada en nuestras páginas WEBS
P.D. No olvide que hay hermanos que también
necesitan oraciones, cuando sea menester
ayúdenos con sus oraciones.
Cursillista M.
E. Winston Pauta Avila
Guayaquil - Ecuador
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