EUCARISTIA Abril 20, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
Liturgia Viva del Viernes de la 3ª semana de Pascua
Viernes, 20 de abril de 2018
CRISTO VIVE EN MÍ
(Hch 9,1-20; Jn 6,51-58)
Blanco Feria de Pascua MR. p. 361 (366) / Lecc. I, p. 895
VIVO GRACIAS AL PADRE
Hech 9. 1-20: Jn 6, 52-59
Esta declaración solemne del Señor Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm también podría ser firmada por el apóstol san Pablo. Como bien leemos en el Evangelio, las palabras donde Jesús condiciona el acceso a la vida eterna, a comer su carne y beber su sangre, provocaron reacciones de extrañeza e indignación. El pan es aquí no sólo harina, agua y levadura, sino el símbolo del alimento necesario para todo organismo humano. Sin alimento y agua no se sobrevive demasiado tiempo. De la misma trascendencia en la vida del creyente es la comunión íntima con la persona y el mensaje de Jesús. Participar sacramentalmente de la Eucaristía, vivir en actitud de eucaristía, es decir, agradeciendo al Padre los bienes que nos ha regalado; compartir esos bienes poniéndolos a disposición de los necesitados en Juchitán o en cualquier zona afectada por la desgracia, es una manera de vivir como Jesús, que vive como vive el Padre.
ANTÍFONA DE ENTRADA Ap 5, 12
Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, concede a quienes hemos conocido la gracia de la resurrección del Señor, resucitar, por el amor del Espíritu Santo, a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...
PRIMERA LECTURA
Es el instrumento escogido por mí, para que me dé a conocer a las naciones.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 9, 1-20
En aquellos días, Saulo, amenazando todavía de muerte a los discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote y le pidió, para las sinagogas de Damasco, cartas que lo autorizaran para traer presos a Jerusalén a todos aquellos hombres y mujeres que seguían la nueva doctrina.
Pero sucedió que, cuando se aproximaba a Damasco, una luz del cielo lo envolvió de repente con su resplandor. Cayó por tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". Preguntó él: "¿Quién eres, Señor?". La respuesta fue: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate. Entra en la ciudad y ahí se te dirá lo que tienes que hacer".
Los hombres que lo acompañaban en el viaje se habían detenido, mudos de asombro, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no podía ver. Lo llevaron de la mano hasta Damasco y ahí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías, a quien se le apareció el Señor y le dijo: "Ananías". El respondió: "Aquí estoy, Señor". El Señor le dijo: "Ve a la calle principal y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que está orando". Saulo tuvo también la visión de un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista.
Ananías contestó: "Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para poner presos a todos los que invocan tu nombre". Pero el Señor le dijo: "No importa. Tú ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi causa".
Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: "Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Al instante, algo como escamas se le desprendió de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego comió y recuperó las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 116,1.2
R/. Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.
Que alaben al Señor, todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. R/.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R/.
Viernes, 20 de abril de 2018
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 56
R/. Aleluya, aleluya.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
Del santo Evangelio según san Juan: 6, 52-59
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?". Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre".
Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
REFLEXION Evangelio según san Juan: 6, 52-59
El Evangelio de hoy, con su clara referencia a la Eucaristía, nos recuerda que también Jesús eligió un signo bien concreto y una manera bien honda de ser conmemorado por nosotros a diario: el pan y el vino, signo de su Cuerpo y su Sangre que se entrega por nosotros, como alimento, para darnos Vida y Vida en abundancia, Vida eterna.
Es notable, pensar que Jesús hace muy conscientemente esta elección. Jesús reza, piensa, elige el signo de su presencia en medio nuestro, y decide quedarse entre nosotros en forma de pan y vino, es decir, en Cuerpo y Sangre. Entre los varios motivos que tuvo Jesús para elegir esta manera de permanencia en medio de nosotros, quisiera mínimamente notar tres:
i) Pan y Vino es algo que no faltaba en ninguna mesa. Aún en las casas más pobres había siempre un pedazo de pan y un poco de vino. Jesús elige, entonces, permanecer en lo más sencillo, en lo más humilde, en lo más pobre, como un signo patente de que quiere estar en la vida de todos y no sólo en la vida de unos pocos…
ii) Pan y Vino es algo que se parte, reparte y comparte a diario. Y es que Jesús quiere compartir con nosotros su Cuerpo, su Sangre, su Vida, en el día a día. Jesús no quiere que lo busquemos unas veces sí y otras no, sino que quiere estar en lo cotidiano a nuestro lado, quiere que sintamos su presencia continua en medio nuestro…
iii) Pan y Vino son además alimentos. Y es que Jesús quiere precisamente eso, que el alimento de nuestras vidas sea justamente su propia Vida, su propio Cuerpo, su propia Sangre, su propia entrega. En síntesis, Jesús quiere ser él mismo alimento vivo, presencia viva, permanencia continua en medio de nuestras vidas, en medio de nuestro día a día.
Termino citando al hno. Murri, jesuita fallecido hace ya unos años que siempre decía: “pase lo que pase en tu vida, que nada ni nadie te aparte de la Eucaristía”. Pidamos esa Gracia, que pase lo que pase en nuestras vidas, no haya nada ni nadie que nos aparte del Cuerpo y la Sangre de Cristo, único alimento de nuestras vidas.
¡Que así sea!
Intenciones
Por la Iglesia de Dios, para que la eucaristía siga siendo la fuente de su vitalidad y de su habilidad para dar testimonio de la presencia del Señor en su comunidad, roguemos al Señor.
Por los cristianos de todo el mundo, para que tengan hambre y sed de justicia en el mundo, roguemos al Señor.
Por nosotros y por todos los cristianos que nos reunimos juntos en torno a la mesa del Señor, para que Cristo nos una -mente y corazón- y nos haga como mesas bien provistas, abiertas y preparadas para los hermanos, roguemos al Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor por tu piedad, estos dones y al recibir en oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una perenne ofrenda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua, MR, p. 499-503 (500-504).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos ha redimido. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al recibir, Señor, el don de estos sagrados misterios, te suplicamos humildemente que lo que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya, nos aproveche para crecer en nuestra caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición Hermanos: Pablo encontró al Señor y se transformó en una persona totalmente nueva, completamente cambiada. Nuestro encuentro con el Señor en la eucaristía debería producir en nosotros la misma transformación, ya que Jesús nos dijo hoy: “Los que comen mi carne y beben mi sangre viven en mí y yo en ellos”. Que él viva plenamente en nosotros.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.
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