MISA Abril 3, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
Liturgia Viva del Martes de la Octava de Pascua
Martes, 3 de abril de 2018
PASCUA DEL SEÑOR (Hch 2,36-41; Jn 20,11-18)
Introducción
No siempre es fácil reconocer al Señor Resucitado. Esa fue la experiencia de María Magdalena. --- A nosotros también se nos pregunta: “¿A quién buscan ustedes?” ¿Estamos buscando realmente al Señor Jesús? Y ¿le reconocemos, no solamente en nuestros momentos de oración y cuando recibimos la eucaristía, sino también cuando él camina a nuestro lado en nuestras alegrías y sufrimientos, en la gente que nos rodea, en las circunstancias y acontecimientos ordinarios de la vida? Jesús es ciertamente nuestro Señor y Mesías. --- María Magdalena le reconoció cuando oyó su voz. ¿Le amamos nosotros tanto y estamos tan en sintonía con él que, al oírle, decimos: “Tú eres, Señor, quien me habla” ?
Antífona de Entrada
El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. Él los llenará de gloria eternamente. Aleluya.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos: Señor Dios, que nos has hecho experimentar la fuerza vivificante del misterio pascual, sigue acompañando a tu pueblo con tu divina gracia, para que, conseguida la perfecta libertad, se convierta en gozo celestial la alegría que ahora lo inunda aquí en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,36-41):
EL día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: «Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías». Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?». Pedro les contestó: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro». Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo: «Salvaos de esta generación perversa». Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
Palabra de Dios
Salmo Sal 32,4-5.18-19.20.22
R/. La misericordia del Señor llena la tierra
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.
R/. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esteran su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/.
Secuencia (Opcional) Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. «¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.» Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda. Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.
Evangelio Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):
En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice. «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto». Palabra del Señor
REFLEXION evangelio según san Juan (20,11-18):
¡Qué bien llegamos a conocer a María Magdalena en esta escena! Agobiada por la pena de haber perdido a su amado Jesús, está desconsolada y desorientada frente a la tumba vacía. Veamos cómo Jesús cambia su dolor en alegría, su miseria en delicia, simplemente por llamarla por su nombre. ¡Su amado vive! Y aún más, tiene una misión para encomendarle. Debe decir a los otros discípulos: “He visto al Señor”. Éste es el testimonio que también nosotros/as estamos llamados/as a dar al mundo.
Un tema común en todas las historias de la Resurrección, es la dificultad, en el primer encuentro de los discípulos, de reconocer al Cristo resucitado. Se le cree un jardinero, un extranjero, un fantasma. ¿Por qué es eso? ¿Qué impide que aquellos que conocen a Jesús no vean?
Intenciones
Señor, no permanezcas como un extraño para nosotros. Haz que la Iglesia vea tu imagen en todos, incluso en el pecador a quien hay que levantar del pecado a una vida nueva; y así te rogamos.
Señor, no permanezcas como un extraño para nosotros. Haz que te veamos y te saquemos de la opresión en el mendigo y pordiosero de la calle y en el fugitivo; y así te rogamos.
Señor, no permanezcas como un extraño para nosotros. Haz que sepamos consolarte en los que sufren y en los que lloran; y así te decimos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia santa, para que, con la ayuda de tu protección, conserve los dones recibidos y llegue a poseer los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Pascua (en este día). MR. p. 499 (500).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Col 3, 1-2
Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Escúchanos, Dios todopoderoso, y, ya que colmaste los corazones de tus hijos con la gracia incomparable del bautismo, prepáranos para alcanzar la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Jesús nos dice como a María Magdalena: Déjame, suéltame… No intentemos poseer a Jesús para nosotros solos, en exclusiva. Vayamos a nuestros hermanos y hermanas y compartamos con ellos a Jesús, como el Señor de vida que nos alza por encima de nosotros mismos haciéndonos con él hombres y mujeres “para-los-demás”.
Para poder lograr esto, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
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P.D. No olvide que hay hermanos que también necesitan oraciones.
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