domingo, 20 de mayo de 2018

EUCARISTÍA Mayo 21, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES





EUCARISTÍA  Mayo 21, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
Liturgia Viva del Lunes de la 7ª semana del Tiempo Ordinario
Lunes, 21 de mayo de 2018
CURANDO Y RESUCITANDO
(Sant 3,13-18; Mc 9,14-29)
Rojo Memoria Obligatoria Santos Cristóbal Magallanes, Presbítero y Compañeros, mártires R p. 716 (735) y 878 (917) / Lecc. II, p. 344
DEL CONOCIMIENTO A LA SABIDURÍA
Sant 3, 13-18, Mc 9, 14-29

La carta Santiago, quien se presenta a sí mismo como siervo de Jesucristo, comienza con una interrogante y un tono desafiantes. Aquellos lectores que se consideren a sí mismos como sabios y doctos están obligados a vivir en la congruencia. La mejor forma de acreditarse es a través de la ejemplaridad. Esa credibilidad se asemeja a la autoridad. Quien la tiene no necesita presionar, ni argumentar a los demás. Sus obras hablan a su favor; más aún, la tranquilidad de ánimo, la paz interior, la actitud incluyente y compasiva son su mejor credencial. En cambio, aquellos que hablan en nombre de Dios y que se presentan como maestros de sabiduría, pero que viven atrapados en conflictos internos y externos, quedan desacreditados. Ni la presunción, ni la prepotencia tienen cabida en la existencia de un discípulo de Jesucristo. Tampoco la desconfianza y la inseguridad. Por esto, los discípulos de Jesús de fueron incapaces de sanar al epiléptico.

ANTÍFONA DE ENTRADA
Ahora gozan en el cielo las almas de los santos, que siguieron en la tierra las huellas de Cristo; y, porque lo amaron hasta derramar su sangre por él, con Cristo se gozan eternamente.

ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Cristóbal Magallanes, presbítero, y a sus compañeros, que fueran fieles a Cristo Rey hasta el martirio, concédenos, por su intercesión, que, perseverando en la confesión de la fe verdadera, podamos ser siempre fieles a los mandatos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo...

PRIMERA LECTURA
Si tienen el corazón amargado por rivalidades, dejen de presumir

De la carta del apóstol Santiago: 3,13-18

Hermanos míos: ¿Hay alguno entre ustedes con sabiduría y experiencia? Si es así, que lo demuestre con su buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero si ustedes tienen el corazón amargado por envidias y rivalidades, dejen de presumir y engañar a costa de la verdad.
Ésa no es la sabiduría que viene de lo alto; ésa es terrenal, irracional, diabólica; pues donde hay envidias y rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas.
Pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo. Además, son amantes de la paz, comprensivos, dóciles, están llenos de misericordia y buenos frutos, son imparciales y sinceros. Los pacíficos siembran la paz y cosechan frutos de justicia. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 18, 8. 9. 10. 15
R/. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.
La voluntad de Dioses santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.
Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación. R/.

Lunes, 21 de mayo de 2018
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. 2 Tim 1, 10
R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.
EVANGELIO
Creo Señor, pero dame tú la fe que me falta.

Del santo Evangelio según san Marcos: 9,14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: "¿De qué están discutiendo?". De entre la gente, uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido".
Jesús les contestó: "¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?". Contestó el padre: "Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos".
Jesús le replicó: "¿Qué quiere decir eso de `si puedes'? Todo es posible para el que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: "Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él". Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.
Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?". Él les respondió: "Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXION Evangelio según san Marcos: 9,14-29

Quiero invitarlos a meditar en torno a tres palabras claves que encontramos en el Evangelio que nos ofrece la liturgia de hoy: Fuerza, Fe y Oración.

Primera palabra, Fuerza. En más de un sitio, encontramos que Jesús envió a sus discípulos con la misión específica de curar, de sanar enfermos, de imponer las manos, resucitar muertos, exorcizar endemoniados, etcétera.
En el Evangelio de hoy, parecen no haber tenido mucho éxito. Y, entonces, es necesario recurrir al mismísimo Jesús para que sea Él quien opere el milagro. Ya en esta sencilla constatación aprendemos algo vital: el que sana y cura es siempre Jesús. El discípulo no debe jamás olvidarlo. Por eso, de vez en cuando, experimenta este tipo de revés que le permite volver la mirada a la única fuerza capaz de sanar, la fuerza que emana Cristo en persona.
Segunda palabra, Fe. Hoy, además, el Evangelio nos regala otro dato vital para nuestra vida de creyentes, la importancia de la fe. Jesús no cura para suscitar fe en los enfermos y demás testigos del hecho, sino que cura, en muchos casos, como respuesta a la fe de las personas. Lo primero, entonces, para sanar heridas viejas y enfermedades recurrentes, es la fe. Lo primero es la fe. Es a partir de la fe que todo lo demás se nos regala por añadidura.
Ahora bien, qué hermosa es la respuesta del padre del enfermo, en este caso. Pocos han acertado en el Evangelio al reconocer de manera tan sincera su necesidad más profunda: "Señor, creo. Pero ayuda a mi poca fe." Cuántas veces no debiéramos también nosotros caer de rodillas ante el Santísimo y reconocer que, si bien creemos, es necesario a diario que el Señor robustezca y acreciente nuestra fe. De ahí aquellas palabras de Cristo: "Si tuvieran Fe como un grano de mostaza, cuántas cosas serían posibles." Sí, Señor. Sabemos. Moveríamos montañas. Pero, Señor, necesitamos, también hoy, que aumentes nuestra poca fe. Aquí tenemos unas muy buenas preguntas para nuestra meditación de hoy.
Ante mis enfermedades y heridas, ante mis demonios y necesidades, ¿recurro a la fuerza sanadora y liberadora del Señor? ¿Cómo está, finalmente, mi fe en Cristo?
Tercera palabra, Oración. En este sentido, Jesús mismo nos da la clave, también en el Evangelio de hoy, de cómo es posible aumentar nuestra fe, cuando nos llama a la oración. Dice el Señor que esta clase de demonios, los que nos llevan a la sordera y la mudez, sólo son posibles de vencer con la oración. Qué tremenda revelación esta del final: " ¿Quieres vencer tu mudez, quieres vencer tus sorderas? Comienza por abrirte al diálogo y la comunicación con Dios." No nos dejemos, entonces, vencer por el demonio de la incomunicación con Dios. Ese es el peor demonio que puede llegar a nosotros. De ahí, de la falta de Oración, de la falta de diálogo y comunicación con Dios es que se siguen todos los otros males.
Queridas hermanas, hermanos, nunca será poco el empeño que pongamos en vivir una vida intensa y cotidiana de oración. Sólo a partir de la oración podremos, entonces, sanar nosotros y sanar a otros. Que así sea.

Intenciones
Señor, ayúdanos a alzar de su desaliento a los descorazonados y abatidos, gracias a nuestra amistad y cercanía, y a nuestras palabras reconfortantes, así te lo pedimos:
Señor, bendice a los doctores, enfermeras, y a todos los que cuidan de los enfermos, para que logren levantar de su postración y enfermedad a los que buscan su ayuda, y así te lo pedimos:
Señor, resucita de entre los muertos a todos nuestros seres queridos difuntos que murieron con fe y esperanza en la resurrección, y así te lo pedimos:

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Padre santo, las ofrendas que te presentamos en la conmemoración de estos santos mártires y a nosotros tus siervos concédenos permanecer siempre firmes en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. lo 22, 28-30
Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, dice el Señor, y yo les voy a dar el Reino, para que en él coman y beban en mi mesa.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que en tus santos mártires manifestaste de modo admirable el misterio de la cruz, concede, benigno, que, fortalecidos por este sacrificio, permanezcamos fielmente adheridos a Cristo y trabajemos en la Iglesia por la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Tocar con cariño a los hermanos, tomarles de la mano, librarlos de su aislamiento y levantarlos de su tristeza y desesperación… es también nuestra tarea, si queremos continuar el trabajo y la misión de Jesús. Para poder realizarlo, contemos con la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.

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