viernes, 11 de diciembre de 2020

EUCARISTÍA Diciembre 12, Reflexión

 


EUCARISTÍA  Diciembre 12,    Reflexión y Peticiones

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1, 47

R/. Aleluya, aleluya.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador. R/.

EVANGELIO

Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

 

Del santo Evangelio san Lucas: 1, 39-48

 

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor". Entonces dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

 

REFLEXION Evangelio san Lucas: 1, 39-48

Al celebrar a Nuestra Señora de Guadalupe el Evangelio hoy nos muestra cómo la Virgen María, enterada del embarazo de Isabel y ya en estado de buena esperanza, se pone inmediatamente en camino. Así se evidencia el dinamismo de la fe, pues lo que moviliza a María no es la incredulidad, es decir, el deseo de cerciorarse del milagro ocurrido a Isabel, sino la fe en el anuncio del ángel, la certeza de que Isabel está ya en el sexto mes de su embarazo. La mueve el amor, el deseo de servir, y también el deseo de compartir con alguien que sabrá comprender muy bien su inmensa y desbordante alegría, el gozo exultante que experimenta por la Presencia encarnada del Verbo divino en su seno.

Miremos ahora a nuestro alrededor, mirémonos a nosotros mismos… vivimos en un mundo tan agitado, hasta «estresado», nosotros mismos vivimos tantas veces apresuradamente, dejándonos llevar por miles de prisas que a diferencia de la prisa de María nos despojan tantas veces de lo esencial y nos llevan a una vida superficial. Faltando ya poco para la celebración de la Navidad, parece que falta el tiempo para todo lo que hay que preparar; esta agitación puede incluso arrebatarnos el espacio necesario para pensar, reflexionar, meditar, rezar, para llenarnos de gozo por creer en las promesas del Señor.

Hoy nos podemos preguntar: ¿Cómo convertir nuestro agitado caminar cotidiano en la prisa de María Virgen? Imitemos su prisa, esa que está llena del Señor y que se expresa en el deseo de servir a los demás.

 

GRUPO DE ORACIÓN DIVINO NIÑO.

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