miércoles, 21 de noviembre de 2018

EUCARISTÍA Noviembre 22, Santoral, Reflexión y Peticiones




EUCARISTÍA Noviembre  22, Santoral, Reflexión y Peticiones
Liturgia Viva del Jueves de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Jueves, 22 de noviembre de 2018
LLORA CONMIGO, PUEBLO MÍO ( Ap 5,1-10;Lc 19:41-44)
Rojo Memoria de Santa Cecilia, virgen y mártir MR, p. 837. 819 (872. 952) / Lecc. II, p. 1024 [o San Pedro Esqueda Ramírez, mártir mexicano]
LA MIRADA PENETRANTE DEL CORDERO
Apoc 5, 1-10; Lc 19, 41-44

ANTÍFONA DE ENTRADA
Dichosa aquella virgen que, negándose a sí misma y tomando su cruz, sigue al Señor, esposo de las vírgenes y príncipe de los mártires.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que nos alegras cada año con la celebración de santa Cecilia, te suplicamos que, lo que devotamente se nos ha transmitido sobre ella, nos sirva de ejemplo para imitarla, y proclamemos las maravillas de Cristo, tu Hijo, reflejadas en la vida de tus santos. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA
El Cordero fue sacrificado y nos redimió con su sangre.

Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 5,1-10

Yo, Juan, vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso, que gritaba con fuerte voz: "¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?". Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni ver su contenido.
Lloré mucho porque no había nadie digno de abrir el libro y de ver su contenido. Entonces, uno de los ancianos me dijo: "Ya no llores, porque ha vencido el león de la tribu de Judá, el descendiente de David, y él va a abrir el libro y sus siete sellos".
Vi entonces junto al trono, en medio de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, un Cordero. Estaba de pie, y mostraba las señales de haber sido sacrificado.
Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. Se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y al tomarlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, con sus citaras y sus copas de oro llenas de incienso, que significan las oraciones de los santos. Y se pusieron a cantar un cántico nuevo, diciendo: "Tú eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste sacrificado y con tu sangre compraste para Dios hombres de todas las razas y lenguas, de todos los pueblos y naciones, y con ellos has constituido un reino de sacerdotes, que servirán a nuestro Dios y reinarán sobre la tierra". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 149, 1-2. 3-4. 5-6a. 9b
R/. Bendito sea el Señor.

Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. R/.
En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. R/.
Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Sal 94, 8
R/. Aleluya, aleluya.
No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Si comprendieras lo que puede conducirte a la paz.

Del santo Evangelio según san Lucas: 19, 41-44

En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: "¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán.
Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN Evangelio según san Lucas: 19, 41-44
Jesús también lloraba, igual que tú. Tenía sentimientos, se alegraba con las buenas noticias de sus discípulos y se entristecía con la muerte de su amigo Lázaro. Igual que nosotros. Por eso conoce perfectamente el corazón humano, pues Él pasó por los mismos estados de ánimo que experimentamos nosotros.

Aquí le vemos llorar por Jerusalén, la ciudad del pueblo elegido, con quien Dios estableció su Alianza. Desde hacía siglos había escogido a Abrahán y a sus descendientes, confió a Moisés la misión de sacar al pueblo de la esclavitud, le dio un Decálogo, le guió con amor, le envió profetas y le preparó para la venida de su Hijo. ¡Cuánto esperaba Dios de ese pueblo! Sin embargo, vino Jesús a este mundo "y los suyos no le recibieron".
La historia de Israel puede ser muy bien nuestra historia. El Señor pensó en cada uno de nosotros y nos dio la vida a través de nuestros padres. Luego nos hizo sus hijos adoptivos en el Bautismo. Y no ha cesado de derramar gracias para que seamos santos... Sin embargo, somos como la Jerusalén por la que Jesús lloró: fríos, insensibles a todos estos dones. ¿Cuántas veces meditamos en el sacrificio que hizo Jesús en la cruz por nuestros pecados (los de cada uno)?
Hoy intentaremos no ser el motivo de las lágrimas de Jesús. Vamos a acogerle y a poner en práctica su mandato -el de la caridad con todos-, pidiéndole que perdone nuestras infidelidades y nos dé a conocer "su mensaje de paz".

Intenciones
Señor Jesús, lamentamos y pedimos perdón porque a veces hemos sido negligentes y fríos a tu amor; perdónanos, te rogamos.
Señor Jesús, para que los que han oído tu llamado a seguirte, pero rehusaron responder, estén listos de nuevo para caminar contigo, te rogamos.
Señor Jesús, para que nuestras comunidades oigan de nuevo tu llamado a estar profundamente unidas de mente y corazón, te rogamos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que los dones que te presentamos en la celebración de santa Cecilia, por tu gracia, te sean agradables, así como te fue grato el combate de su martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ap 7, 17
El Cordero, que está en el trono, los conducirá a las fuentes del agua de la vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Dios, que coronaste entre los santos a la bienaventurada santa Cecilia por la doble victoria de su virginidad y de su martirio, concédenos, por la eficacia de este sacramento, que, venciendo valerosamente todo mal, consigamos la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición Hermanos: Se nos pide que reconozcamos la venida del Señor no en un pasado lejano, sino ahora, hoy, en nuestras vidas y en nuestras comunidades.
Que Dios todopoderoso les dé su gracia y les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.



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