MISA Noviembre 20, SANTORAL, PETICIONES Y REFLEXIONES
Lecturas del Lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Lunes, 20 de noviembre de 2017
Verde Feria o Beatos Anacleto González Flores y Compañeros Mártires [Memoria en los lugares donde se conserven algunas de sus reliquias] O Misa "Por la Paz y la Justicia" B* MR, p. 1087 (1134) / Lecc. II, p. 1008
CIEGO, PERO NO SORDO
ANTÍFONA DE ENTRADA Si 36, 18-19
Concede, Señor, la paz a quienes en ti esperan; escucha las oraciones de tus hijos y guíanos por el camino de la justicia.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, creador del universo, bajo cuya providencia se desarrolla el curso de la historia, muéstrate propicio a nuestras súplicas y concede a nuestro tiempo la tranquilidad de la paz, para que estemos siempre llenos de gozo, alabando tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo...
PRIMERA LECTURA
Muy grande fue la prueba que soportó Israel.
Del primer libro de los Macabeos: 1, 10-15. 41-43. 54- 57. 62-64
En aquellos días, surgió un hombre perverso, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Subió al trono el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos.
Hubo por entonces unos israelitas apóstatas, que convencieron a muchos diciéndoles: "Vamos a hacer un pacto con los pueblos vecinos, pues desde que hemos vivido aislados, nos han sobrevenido muchas desgracias".
Esta proposición fue bien recibida y algunos del pueblo decidieron acudir al rey y obtuvieron de él autorización para seguir las costumbres de los paganos. Entonces, conforme al uso de los paganos, construyeron en Jerusalén un gimnasio, simularon que no estaban circuncidados, renegaron de la alianza santa, se casaron con gente pagana y se vendieron para hacer el mal.
Por su parte, el rey publicó un edicto en todo su reino y ordenó que todos sus súbditos formaran un solo pueblo y abandonaran su legislación particular. Todos los paganos acataron el edicto real y muchos israelitas aceptaron la religión oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.
El día quince de diciembre del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar de Dios un altar pagano, y se fueron construyendo altares en todas las ciudades de Judá. Quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; rompían y echaban al fuego los libros de la ley que encontraban; a quienes se les descubría en su casa un ejemplar de la alianza y a los que sorprendían observando los preceptos de la ley, los condenaban a muerte en virtud del decreto real.
A pesar de todo esto, muchos israelitas permanecieron firmes y resueltos a no comer alimentos impuros. Prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos que violaban la santa alianza. Muy grande fue la prueba que soportó Israel. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 118, 53. 61. 134. 150. 155. 158.
R/. Ayúdame, Señor, a cumplir tus mandamientos.
Me indigno, Señor, porque los pecadores no cumplen tu ley. Las redes de los pecadores me aprisionan, pero yo no olvido tu voluntad. R/.
Líbrame de la opresión de los hombres y cumpliré tus mandamientos. Se acercan a mí los malvados que me persiguen y están lejos de tu ley. R/.
Los malvados están lejos de la salvación, porque no han cumplido tus mandamientos. Cuando veo a los pecadores, siento disgusto, porque no cumplen tus palabras. R/.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 8, 12
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R/.
EVANGELIO
¿Qué quieres que haga por ti? —Señor, que vea.
Del santo Evangelio según san Lucas: 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!"
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". Él le contestó: "Señor, que vea". Jesús le dijo: "Recobra la vista; tu fe te ha curado".
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXION Evangelio según san Lucas: 18, 35-43
¿Me puedo imaginar en esta escena? ¿Con quién me identifico?
¿Soy el ciego pidiendo ayuda? ¿Soy uno de los espectadores, molestos por los gritos del pobre hombre? ¿Soy uno de los discípulos?
¿Cómo me mueven y desafían los hechos de esta lectura?
Jesús no cura, si no se lo solicitan. Espera a que se lo pidan. En este caso, lo que nos parece una necesidad desesperada (poder ver), para el ciego puede ser otra necesidad, pues puede no imaginarse de otra manera. Por eso Jesús pregunta:¿Qué deseas que yo haga por ti;
Señor, hay una forma de ver que deseo pedirte: poder usar mis ojos plenamente, para disfrutar de cada brizna de color que me rodea, para captar la vida y los sentimientos en los rostros y cuerpos de los demás, para apreciar y mantener mi apertura a esta gloriosa visión del mundo, que yo me perdería si fuera como este ciego...
No sería notable que nos entusiasmáramos, como el hombre ciego, porque Jesús estaba cerca nuestro? Este hombre le gritaba su bienvenida y su petición; en su ceguera reconoció a Jesús, cuando los demás lo habían pasado por alto. Podemos reconocer a Jesús cuando sabemos que lo necesitamos, cuando sabemos que hay algo que Él puede dar a nuestras vidas, que nadie más puede dar. Quizás es la seguridad que da la Fe al pertenecer a Él, o la misericordia que necesitamos, o la garantía del amor de Dios, ahora y para siempre. Pide esto en tus oraciones, y si no sabes que pedir, simplemente dile: Señor, dame lo que yo más necesito. ES.
Intenciones
Señor, mira los ojos de los niños que están abiertos a la vida; mira también los ojos llenos de esperanza de los que creen en tu futuro esperanzador; llénalos con tu luz. Roguemos.
Señor, mira los ojos llenos de odio o despecho de los que se sienten frustrados en la vida; mira la alegría en los ojos de los que saben amar. Roguemos.
Señor, mira los ojos de los que sufren; mira también los ojos de los que están cerrados a los demás. Roguemos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te rogamos, Señor, que el sacrificio de la salvación de tu Hijo, Rey de la paz, ofrecido bajo estos signos sacramentales con los que se simbolizan la paz y la unidad, sirvan para estrechar la concordia entre todos tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5, 9
Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, en abundancia, el espíritu de caridad, para que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Unigénito, fomentemos con eficacia entre todos la paz que Él mismo nos dejó. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Cuando a veces estamos ciegos para lo que Dios nos pide, también nosotros gritamos: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de nosotros. Que yo vea de nuevo.” Y que ojalá él nos responda: “Recupera tu visión. Tu fe te ha salvado.”
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre.
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