TIEMPO DE DIOS.
Agosto 31
No hay cosa que Cristo nos recomiende tanto en su Evangelio como la unión entre todos los cristianos; es que el mundo necesita del testimonio de unidad que nosotros, los cristianos, debemos darle, a fin de llegar a conseguir que todos los hombres caigan en la cuenta de que son hermanos y, en consecuencia, se tengan como hermanos, se respeten como hermanos, se ayuden como hermanos.
Que el hombre deje de mirar al semejante como a un enemigo, o al menos como un rival que pugna por apoderarse de la parte de felicidad que a él corresponde.
Que se convenza el hombre de que él no podrá ser verdaderamente feliz, sino en cuanto contribuya a que los demás también lo sean.
"Estén siempre unidos en unos mismos sentimientos y deseos"; si esta recomendación de la Biblia fuera cumplida y vivida por todos los hombres, la tierra sería un paraíso y las relaciones humanas producirían la felicidad para todos los hombres.
“No hablen mal los unos de otros, hermanos. El que habla mal de un hermano o lo juzga, habla en contra de la Ley y la condena; y si condenas a la Ley, no eres un cumplidor de la Ley, sino juez de la misma” (Sant 4,11). No hablar mal de nadie: tema para nuestra recurrente reflexión y examen.
* P. Alfonso Milagro Publicado por Paz en la Tormenta.
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