MEDITACIONES
Mayo 14
Bernabé el animador.
Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles. Hechos 4:36,37
¿Qué sucedería si nuestras iglesias estuvieran llenas de personas como Bernabé? Revolucionaríamos nuestro entorno, transformaríamos nuestros hogares, cambiaríamos nuestras comunidades. Bernabé era una persona que, "doquiera se encontrara, animaba a los demás a dar lo mejor de sí; avivaba el espíritu de los desanimados; tranquilizaba el corazón de los afligidos; traía gozo y confort a los entristecidos; buscaba al desanimado, al caído, al que había tropezado, y los ayudaba a reafirmarse y entender que el fracaso no es el final. Demostró que el evangelio es la oportunidad de un nuevo comienzo. Este tipo de persona era Bernabé. Cuando la iglesia de Jerusalén sospechaba de la sinceridad de Saulo y no lo quería recibir, Bernabé lo buscó, lo trajo y lo presentó a los apóstoles y a toda la iglesia. Fue el primero en proponer la inclusión de los gentiles. El servicio de Juan Marcos se salvó porque Bernabé creyó en él cuando el apóstol Pablo no quiso llevarlo en el segundo viaje misionero.
La iglesia necesita desesperadamente individuos como Bernabé, que animen a los desanimados, que levanten sus corazones. Necesita redentores que restauren. Pide hoy al Señor que te dé el espíritu de Bernabé. Hay muchos corazones sin esperanza; anímalos a perseverar. Diles que Jesús es la esperanza de gloria. Hay muchas personas que., piensan que ya no hay oportunidad para ellos, porque han fracasado muchas veces; diles que lo bueno del evangelio es que siempre se puede deshacer lo malo que hemos hecho y comenzar otra vez. A los marginados diles que Jesús no hace acepción de personas. A los que tienen baja estima propia diles que el cielo pagó un alto precio por ellos. A los que están hundidos en el pecado diles que Cristo es su gran Salvador. A los que son prisioneros de vicios diles que hay un gran Libertador que rompe las cadenas.
Vive hoy para ser bendición y sentirás gozo en tu corazón. Medita en estas palabras a lo largo del día:
Hay corazones a tu alrededor, tristes, cansados, sin paz. Dales consuelo que alivie el dolor. Torna su llanto en solaz.
Hazme una fuente de bendiciones y que fulgure Cristo en mí. Hazme un testigo, te ruego, Señor, y un fiel obrero de mi Salvador.
Ciérrale la puerta a Satanás
Antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Hebreos 3:13
La palabra 'exhortar' significa «incitar a alguien con palabras, razones y ruegos a que haga o deje de hacer algo». En el caso del texto de hoy, animarnos unos a otros a ser fieles. Si nos animamos mutuamente, Satanás no entra fácilmente en nuestras vidas. El arma que más usa el enemigo para derrotar a los cristianos es el desánimo. Necesitamos animarnos unos a otros para mantener viva la fe y la esperanza. Pablo llama a la iglesia a hacer eso cada día.
La mejor defensa es el ataque, y una forma muy efectiva de preservar la propia alma es vigilar el bienestar espiritual de los demás. Un fuerte sentido de responsabilidad de grupo es la marca de una iglesia saludable. Los cristianos son como brasas: juntos, alimentan mutuamente su fuego y generan gran calor; separados, pronto se enfrían y se apagan. Toda reunión de creyentes, aun las reuniones recreativas y sociales, deben estar impregnadas de un profundo tono de devoción e interés mutuo.
La iglesia debe ser un centro de recuperación de fuerzas para seguir adelante. Es el sitio donde los cristianos renuevan constantemente su fuerza espiritual. En ella se refuerza el celo y el propósito santo. A la iglesia vamos para estar con la familia. Allí las personas se ayudan y se animan unas a otras.
La infantería tiene una retaguardia. Esta va detrás de la tropa, recogiendo a los caídos en batalla, para estar seguros de que nadie queda abandonado en el campo. Nadie es dejado atrás; todos son recogidos y devueltos al compañerismo y la seguridad del campamento.
La iglesia necesita una retaguardia. Debemos buscar al que se tambalea, dar esperanza al que ha caído, recoger al herido en la batalla y devolverlo a la seguridad del campamento. Nunca como ahora ha habido tanto dolor entre el pueblo de Dios. Son tiempos difíciles. Pronto vendrá el tiempo de angustia. Cuida de tus hermanos en la fe. Nunca hieras ni permitas que alguien hiera a los hijos de Dios. Nuestro Señor secaba las lágrimas de sus oyentes; los afligidos que lo escuchaban recuperaban el gozo; los que habían perdido la dignidad la recuperaban. Es la tarea que Dios ha dado a sus hijos.
«Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá y os salvará» (Isa. 35: 3,4).
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